Sindrome del Coronel Tapioca: By Arturo Perez Reverte

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Steelman
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Sindrome del Coronel Tapioca: By Arturo Perez Reverte

Entrada Autor: Steelman » dl. abr. 26, 2010 10:48 am

No és sant de la meva devoció...pero té més raó que un sant.

Hace treinta y dos años desaparecí en la frontera entre Sudán y Etiopía. En realidad fueron mi redactor jefe, Paco Cercadillo, y mis compañeros del diario Pueblo los que me dieron como tal; pues yo sabía perfectamente dónde estaba: con la guerrilla eritrea. Alguien contó que había habido un combate sangriento en Tessenei y que me habían picado el billete. Así que encargaron a Vicente Talón, entonces corresponsal en El Cairo, que fuese a buscar mi fiambre y a escribir la necrológica. No hizo falta, porque aparecí en Jartum, hecho cisco pero con seis rollos fotográficos en la mochila; y el redactor jefe, tras darme la bronca, publicó una de esas fotos en primera: dos guerrilleros posando como cazadores, un pie sobre la cabeza del etíope al que acababan de cargarse.

Lo interesante de aquello no es el episodio, sino cómo transcurrió mi búsqueda. La naturalidad profesional con que mis compañeros encararon el asunto. Conservo los télex cruzados entre Madrid y El Cairo, y en todos se asume mi desaparición como algo normal: un percance propio del oficio de reportero y del lugar peligroso donde me tocaba currar. En las tres semanas que fui presunto cadáver, nadie se echó las manos a la cabeza, ni fue a dar la brasa al ministerio de Asuntos Exteriores, ni salió en la tele reclamando la intervención del Gobierno, ni pidió que fuera la Legión a rescatar mis cachos. Ni compañeros, ni parientes. Ni siquiera se publicó la noticia. Mi situación, la que fuese, era propia del oficio y de la vida. Asunto de mi periódico y mío. Nadie me había obligado a ir allí.

Mucho ha cambiado el paisaje. Ahora, cuando a un reportero, turista o voluntario de algo se le hunde la canoa, lo secuestran, le arreglan los papeles o se lo zampan los cocodrilos, enseguida salen la familia, los amigos y los colegas en el telediario, asegurando que Fulano o Mengana no iban a eso y pidiendo que intervengan las autoridades de aquí y de allá –de sirios y troyanos, oí decir el otro día–. Eso tiene su puntito, la verdad. Nadie viaja a sitios raros para que lo hagan filetes o lo pongan cara a la Meca, pero allí es más fácil que salga tu número. Ahora y siempre. Si vas, sabes a dónde vas. Salvo que seas idiota. Pero en los últimos tiempos se olvida esa regla básica. Hemos adquirido un hábito peligroso: creer que el mundo es lo que dicen los folletos de viajes; que uno puede moverse seguro por él, que tiene derecho a ello, y que Gobiernos e instituciones deben garantizárselo, o resolver la peripecia cuando el coronel Tapioca se rompe los cuernos. Que suele ocurrir.

Esa irreal percepción del viaje, las emociones y la aventura, alcanza extremos ridículos. Si un turista se ahoga en el golfo de Tonkín porque el junco que alquiló por cinco dólares tenía carcoma, a la familia le falta tiempo para pedir responsabilidades a las autoridades de allí –imagínense cómo se agobian éstas– y exigir, de paso, que el Gobierno español mande una fragata de la Armada a rescatar el cadáver. Todo eso, claro, mientras en el mismo sitio se hunde, cada quince días, un ferry con mil quinientos chinos a bordo. Que busquen a mi Paco en la Amazonia, dicen los deudos. O que nos indemnicen los watusi. Lo mismo pasa con voluntarios, cooperantes y turistas solidarios o sin solidarizar, que a menudo circulan alegremente, pisando todos los charcos, por lugares donde la gente se frota los derechos humanos en la punta del cimbel y una vida vale menos que un paquete de Marlboro. Donde llamas presunto asesino a alguien y tapas la cara de un menor en una foto, y la gente que mata adúlteras a pedradas o frecuenta a prostitutas de doce años se rula de risa. Donde quien maneja el machete no es el indígena simpático que sale en el National Geographic, ni el pobrecillo de la patera, ni te reciben con bonitas danzas tribales. Donde lo que hay es hambre, fusiles AK-47 oxidados pero que disparan, y televisión por satélite que cría una enorme mala leche al mostrar el escaparate inalcanzable del estúpido Occidente. Atizando el rencor, justificadísimo, de quienes antes eran más ingenuos y ahora tienen la certeza desesperada de saberse lejos de todo esto.

Y claro. Cuando el pavo de la cámara de vídeo y la sonrisa bobalicona se deja caer por allí, a veces lo destripan, lo secuestran o le rompen el ojete. Lo normal de toda la vida, pero ahora con teléfono móvil e Internet. Y aquí la gente, indignada, dice qué falta de consideración y qué salvajes. Encima que mi Vanessa iba a ayudar, a conocer su cultura y a dejar divisas. Y sin comprender nada, invocando allí nuestro código occidental de absurdos derechos a la propiedad privada, la libertad y la vida, exigimos responsabilidades a Bin Laden y gestiones diplomáticas a Moratinos. Olvidando que el mundo es un lugar peligroso, lleno de hijos de puta casuales o deliberados. Donde, además, las guerras matan, los aviones se caen, los barcos se hunden, los volcanes revientan, los leones comen carne, y cada Titanic, por barato e insumergible que lo venda la agencia de viajes, tiene su iceberg particular esperando en la proa
Ex ...moltes coses

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Re: Sindrome Del Coronel Tapioca: By Arturo Perez Reverte

Entrada Autor: Frank » dl. abr. 26, 2010 11:14 am

Sí, crec que te raó
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La meva terra, Catalunya.
La meva parla, el català.
La meva dansa, la sardana.
El meu desitg, la llibertat.

Busca'm vora la mar, per l'Empordanet - (Castell)
Imatge[/align]

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Re: Sindrome Del Coronel Tapioca: By Arturo Perez Reverte

Entrada Autor: Ra-mon » dl. abr. 26, 2010 12:03 pm

Té tota la raó, la gent es pensa que si un té qualsevol problema el seu «estimat país» té l'obligació de treure-li les castanyes del foc. només faltaria !

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Re: Sindrome Del Coronel Tapioca: By Arturo Perez Reverte

Entrada Autor: Pasqual » dl. abr. 26, 2010 4:12 pm

Jo hi estic d'acord. Un dia us explicaré com va anar el meu segrest per part de la recontra nicaraguenca. No va sortir en lloc (per sort) i com encara no es podia fer servir els extrangers com a moneda de canvi de res (ni diners, ni armes, ni publicitat...) va acabar ràpid i be. Ara és un perill. De totes maneres amb els govern que tenim no hi ha perill, només surten si hi ha foto. On son els segrestats de Mauritania?

Com anècdota, quan vam anar al "Consulado Español" a Xile desprès del terratrèmol, ens va dir el "Sr" Cónsul que el govern espanyol no ho considerava una emergència. Que ens esperessim a que obrissin l'aeroport i que mentrestant aprofitessim per coneixer Santiago..... sense comentaris....
Pasqual l’ha editat per darrera vegada el dia: dl. abr. 26, 2010 4:14 pm, en total s’ha editat 1 vegada.

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Storm
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Re: Sindrome Del Coronel Tapioca: By Arturo Perez Reverte

Entrada Autor: Storm » dc. abr. 28, 2010 4:06 pm

No m'espantis amb els cocodrils, el lleons i els AK-47 rovellats, Steelman!!! :tremolant

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