Andorra Dimecres 21 Sube-baja

[Nacho]

Bones
Aquet Dimecres 21 anem Andorra a fer curvetes a veure si algu s ha punta. La idea es sortir de Pallejá o els voltants, Manresa-Solsona-Andorra i sortir per Pas i tornar La Molina-Ribes de Freser etc

Salutacions
Nacho

[Napoleon]

Vigileu al Puymorens. A l'estar tancat el tunnel i ha un excés de trànsit de camions, caravanes i altres "animals".
Salut i a disfrutar.... :viscat

[Nacho]

Ok no savia de totes formes el tunel no el voliem agafar.gràcies. t he apuntes o que Napoleon?

[Pep1200GS]

En Napoleó està de baixa, una poc afortunada caiguda el te fora de combat..!!

Recupera't bé i aviat..!! :holacat

Pep

[Napoleon]

[quote user="kzjbuc" post="240462"]Ok no savia de totes formes el tunel no el voliem agafar.gràcies. t he apuntes o que Napoleon?[/quote]
M'apuntaría, però estic fora de combat :cat_vergonya

[Nacho]

[quote user="Napoleon" post="240464"][quote user="kzjbuc" post="240462"]Ok no savia de totes formes el tunel no el voliem agafar.gràcies. t he apuntes o que Napoleon?[/quote]
M'apuntaría, però estic fora de combat :cat_vergonya[/quote]
Ostia no savia recuperat força
Salutacions
Nacho

[Kinder]

Que vagi bé la ruta!

Us acompanyaria de bon grat, però se m'han acabat les vacances :-(

Fa un parell de setmanes també vaig passar pel Puymorens i encara que no paseu pel tunel, penseu que al estar tancat tothom passa pel coll, hi ha molt de tràfic

Bona ruta

[Nacho]

[quote user="Kinder" post="240594"]Que vagi bé la ruta!

Us acompanyaria de bon grat, però se m'han acabat les vacances :-(

Fa un parell de setmanes també vaig passar pel Puymorens i encara que no paseu pel tunel, penseu que al estar tancat tothom passa pel coll, hi ha molt de tràfic

Bona ruta[/quote]
ok gràcies prenem nota
que vagi be
salutaciions
nacho

[Eva]

Bona sortida.

Nacho, vas només de ruta o aniràs de compres ?????

[Nacho]

Bones
Ruta i unes compres molt rapides ...
Salutacions
Vens o que?
Nachete

[Eva]

[quote user="kzjbuc" post="240663"]Bones
Ruta i unes compres molt rapides ...
Salutacions
Vens o que?
Nachete[/quote]


JA m agradaria venir .... Però estic arrestada al despatx.

Escolta em pots comprar una pantalla de Schubert c3???

Si no pots no passa res

Moltes gracies per endevant

[Nacho]

Hola guapa
pues no hem pogut un dels company a 20 km de La Seu la moto no va arrancar i hem estat donan voltes per la Seu fins que va venir el RACC i la moto sortirá demá cap a Barcelona, Doc s´ha anat amb taxi i els altres hem tornat cap a casa ... una ruta de de pinya al company ...
La pantalla per un altre dia sino la compras abans...
Salutacions
Fins diumenge

[Pep1200GS]

Ondia Nacho baja "feina" que us ha fet la "peli", ara ja te motiu per comprar una GS..!! :okcat :okcat

Fins Diumenge a l'hora d'esmorzar a Salelles...!! :holacat :holacat

Pep

[Eva]

Ostres. Em sap greu.

Ens veiem diumenge :birracat

[Nacho]

Bones
Os paso la cronica de Toni esta de conya
Salutacions i gràcies Toni

El día amaneció completamente despejado y el pronóstico del tiempo era de mucho calor. Cogí
la moto y me encaminé al primer punto de encuentro, Pajellà, a donde llegué con media hora
de antelación. Llené el depósito y aparqué la moto en donde siempre aparca el grupo. Esta vez
junto a un tráiler. Me quedé un buen rato observando el constante trasiego de vehículos,
algunos de ellos entraban en la gasolinera para repostar. Se notaba que era entre semana.
Diez minutos más tarde apareció Nacho con su GS que venía desde el Maresme. Nos
saludamos y recordamos la otra ocasión en que coincidimos. También me informó sobre
algunas bajas de última hora y me comentó que sólo íbamos a ser cuatro los componentes del
viaje. Un tal Jordi que ninguno de los dos conocíamos y Doc, quien nos esperaba en Clariana de
Cardener, pues venía directamente desde Ullastrell.
Cinco minutos antes de la hora aparece una impresionante seis cilindros que va directamente a
los surtidores de gasolina. ¿Será ese Jordi?... nos preguntamos los dos. Y, la verdad, me salió
del alma la respuesta pues dije que si él venía yo me quedaba en tierra (bien cierto es que lo
dije medio en broma), que yo no podía ir con mi ridícula seiscientos tras un trasatlántico como
aquél. Y mis temores se confirmaron cuando la flamante y reluciente seis cilindros se detuvo al
lado nuestro. Jordi descendió y nos saludamos y nos presentamos los tres.
Cinco minutos más tarde nos poníamos en marcha los tres y nos integramos en la aburrida y
soporífera autovía con dirección a Montserrat. La circulación no era propia del mes de agosto y
bastantes coches nos adelantaban porque en todo momento íbamos respetando los límites de
velocidad. Nacho comandaba el trío y Jordi lo cerraba. A veces Jordi hacía la goma y veía por el
retrovisor como se retrasaba bastante. Posteriormente me comentó que lo hacía porque
mantenía una velocidad constante y que no tenía ninguna intención de sobrepasar ningún
límite. A lo cual nadie puso la más mínima objeción.
Pasamos Martorell y toda su zona industrial y comenzamos el ascenso hacia el Bruch, dejando
a la majestuosa Montserrat a nuestra derecha. Y al coronar la subida dejamos la autovía para
comenzar la carretera revirada. Nacho comenzó a avivar el ritmo y cuando llegamos al cruce
que asciende a Montserrat por la parte de atrás y nosotros continuamos con dirección a
Manresa el paisaje cubierto de nubes bajas me llamó la atención. Estábamos por encima de las
nubes y las vistas eran espectaculares. Para haberse parado y echar unas fotos. Pero todo
tiene un precio y nuestro precio fue que dos curvas más adelante la carretera estaba oculta
tras un banco de espesa niebla. A Nacho poco le importó porque no bajó el ritmo en ningún
momento y en nada lo perdimos. Así que tuve que ir intuyendo por donde iba la carretera a
medida que iba desempañando frecuentemente la visera con la mano izquierda.
Poco antes de llegar al cruce de Marganell la niebla se disipó y Jordi y yo pudimos aumentar
nuestro ritmo. Pero ya no había rastro de Nacho. Cuando llegamos a la siguiente rotonda
Nacho nos estaba esperando en el arcén. Al vernos se puso en marcha y giró a la izquierda en
la rotonda. Momento en el que Jordi pasó al segundo lugar y yo cerraba el trío. Recorrimos la
variante para evitar Manresa y salimos en la primera rotonda que hay al dejar Manresa. A
partir de ahí continuamos la ruta hacia Súria, Cardona, con dirección Solsona. Recuerdo a la
pareja de mossos que siempre se colocan en el mismo sitito, en una parada de bus que hay en
el carril contrario. Teníamos mucho cuidado con los radares y con tanta circulación tampoco
podíamos mantener un buen ritmo. Así que aproveché el trayecto para disfrutar admirando
cómo tomaba las curvas la seis cilindros, cómo aceleraba y lo ligera y potente que parecía y
debe ser. Adelantando a un vehículo volvimos a perder a Nacho y bastante más tarde, cuando
pudimos adelantar, nos volvimos a juntar los tres.
Pasadas las nueve llegamos a Clariana de Cardener, pasamos por debajo de la carretera y
llegamos a un punto en el que, aunque parezca mentira, nos habíamos perdido porque o
volvíamos a incorporarnos a la misma carretera o nos metíamos en la cripta de Clariana de
Cardener… y esa no era la cuestión ni la intención de ninguno de los tres. Volvimos sobre
nuestros pasos y Nacho hizo el esfuerzo por intentar dilucidar cómo había llegado la otra vez al
segundo punto de encuentro pues de los tres era el único que ya había estado. Entonces
decidió seguir un par de kilómetros para ver si algo le sonaba familiar y llegar a tiempo a
nuestra cita con Doc y las sabrosas butifarras. Dicho y hecho, recorrimos dos o tres kilómetros
y al salir de un túnel tomó la salida que hay hacia el pantano de Sant Ponç. Bingo!... antes de
llegar a un cruce de camino vimos a la pelirroja aparcada y a Doc sentado tranquilamente en la
terraza.
Aparcamos juntos a la pelirroja y saludamos a Doc, quien para hacer tiempo se había pedido
un cortado. Tomamos posesión de la mesa y dimos cuenta de unas magníficas y sabrosas
butifarras mientras charlábamos y comenzaban las primeras anécdotas y risas. Recuerdo
perfectamente las anécdotas que contaba Jordi sobre sus experiencias con distinto tipo de
motos y lo que nos llegamos a reír con lo que contó sobre una Honda automática que era una
auténtica maravilla de la tecnología moderna… siempre y cuando no se le pusiese las maletas a
juego y que son muy bonitas pero que hacen el efecto paracaídas. Esa anécdota y muchas más
animaron nuestro merecido almuerzo. Pero prácticamente no quedó marca de motos sin ser
cuestionada.
Volvimos los cuatro a la ruta sin ninguna prisa y con la única intención de disfrutar de la
carretera y de nuestras motos. Doc, quien venía de Ulldemolins, debía llenar el depósito y
hasta Solsona llevábamos un ritmo bastante tranquilo. Tampoco era una carretera para ir
mucho más alegre. En la entrada a Solsona nos detuvimos mientras Doc llenaba el depósito y
Nacho, Jordi y yo charlábamos tranquilamente mientras le esperábamos. Una vez realizada la
operación volvimos a la carretera y cruzando Solsona Doc nos mostró un hostal en el carril
contrario. En ese momento nadie entendió lo que quiso mostrarnos y posteriormente nos
informó que ése era el hostal en el que se detuvieron a descansar los trece compañeros que
fueron a Andorra la última vez y que terminaron empapados de agua. Cruzamos Solsona y en
lugar de ir hacia la izquierda, hacia la catedral de Solsona, continuamos por la derecha y,
después de recorrer un pequeño tramo con un pésimo asfalto, comenzamos a ascender y a
enlazar curvas y más curvas hasta llegar a una planicie. Después volvimos a ascender, esta vez
de forma más pronunciada y con alguna paella como curva, y absolutamente toda la carretera
para nosotros cuatro.
De repente Doc puso el intermitente a la izquierda y detuvo su moto en una explanada, el
resto le imitamos. Nos detuvimos para admirar el paisaje. Por un lado la vista llegaba hasta el
pantano de Sant Ponç y por el otro el macizo del Port del Comte. Doc me indicó la ruta que
íbamos a seguir por las faldas del Port del Comte y Nacho aprovechó para informarnos que a
partir de ahí él iría a su ritmo. Ningún problema y doy fe de que así fue.
Volvimos a las motos y continuamos ascendiendo hasta que “chocamos” de frente con la
impresionante montaña. Recuerdo que poco antes Doc nos mostró el majestuoso vuelo de un
águila que volaba a baja altura. En el cruce giramos hacia la izquierda, hacia Cambrils y
comenzó una carretera mucho más estrecha y más revirada. No habíamos recorrido ni dos
curvas cuando Nacho comenzó a adelantarnos uno a uno hasta que desapareció de nuestra
vista. Mientras tanto Doc nos iba guiando y Jordi cerraba el trío perseguidor a un ritmo
bastante tranquilo pero en ningún caso lento. De vez en cuando Doc nos iba mostrando las
magnificencias del paisaje pero con tanta curva llegó un momento en que no podía quitar la
vista de la carretera ni de Doc para no perder su ritmo. En un momento dado, en una curva
muy cerrada a derechas con una enorme roca al vuelo que invadía más de media calzada
apareció en sentido contrario un ciclista seguido de dos moteros. No sé por qué pero eso me
asustó más que encontrarme a un camión por aquellas angostas carreteras. Apenas
adelantamos a dos vehículos o tres en todo el trayecto. Y tampoco nos cruzamos con muchos
más. Pero con quien nos cruzamos en sentido contrario fue con Nacho, quien a toda leche nos
indicó que continuáramos y así lo hicimos hasta que en un cruce nos paramos para esperarle.
Posteriormente nos informó que estaba grabando un video y que quería grabarnos en sentido
contrario. Esta vez era yo el que quería pillarlo trazando un par de curvas y volvió a pasar tan
rápido que casi lo pierdo.
A partir de ese momento volvimos a alcanzarlo pues nos esperaba más adelante a un lado de
la calzada y pasó a ser el último. Volvió a grabarnos a los tres y llegó un momento en que me
dolía la muñeca izquierda de tanto accionar el embrague para seguir el ritmo de mis
compañeros, mi moto no deja de ser una seiscientos y para seguir el mismo ritmo tengo que
llevar más revolucionada la moto y he de jugar mucho más con las marchas. Urge un cambio
de moto más acorde. Así que fui retrasándome y los últimos kilómetros hasta el cruce del río
Oliana lo hice en solitario, manteniendo un ritmo mucho más tranquilo y disfrutando mucho
del paisaje y de la ruta.
Poco antes de cruzar el río e incorporarnos a la carretera que va a Andorra ya me estaban
esperando los tres con las motos casi paradas. Nos juntamos en el stop y continuamos nuestra
ruta, esta vez con un ritmo mucho más tranquilo y en acorde con la abundante circulación
reinante en la C-14.
Como íbamos bien de tiempo y teníamos la mesa reservada en Andorra para las dos y media,
Doc propuso una parada técnica para descansar y hacer un aperitivo. Y mientras buscaba un
buen sitio en donde detenernos encontró uno que no olvidaremos nunca, el fatídico kilómetro
174,5 de la C-14. Pero no adelantemos acontecimientos. Los hechos son tal como siguen…
Doc distinguió una amplia explanada con un par de camiones y un restaurante, casa Paco, con
una terraza a la sombra de un par de árboles. Sobre el papel un lugar idóneo como otro
cualquiera. Así que detuvimos nuestras cuatro motos frente a un elevado muro de contención
y las dejamos descansar tranquilamente al sol… Craso error…
En la terraza vacía pero con más moscas que una carnicería marroquí dimos cuenta de un agua
de vichí y tres tónicas. Volvieron las anécdotas y diversas experiencias que nos distrajeron por
completo a los cuatro y que hubiese sido perfecto de no ser por el mal olor de estiércol propio
del campo y la odiosa molestia de las moscas. Ninguno de los cuatro le dimos mayor
importancia pues no pensábamos estar más allá del tiempo de consumir nuestras bebidas y
aligerar nuestras cansadas vejigas. Las risas comenzaron cuando el primero que fue al baño
advirtió al resto del mal olor del local. Después de la consabida peregrinación al baño, que olía
mejor que el local y eso ya es extraño, volvimos a nuestras motos jurando y perjurando que
nunca más volveríamos a detenernos en ese restaurante… Segundo craso error…
Mientras nos preparábamos para ponernos en marcha Doc nos llamó la atención y nos dijo
que la pelirroja no quería ponerse en marcha. Todos dejamos lo que estábamos haciendo y nos
acercamos a Doc para comprobar que era cierto lo que decía. También se maldijo una y mil
veces por haber cometido el error de haber dejado la moto al sol. Pero no era tiempo de
quejas y sí de soluciones.
Lo primero que decidimos fue buscar alguna sombra inexistente en dicho páramo. Sólo
podíamos aprovechar la sombra de un camión y la de unas zarzas que había en el otro extremo
del descampado. Hasta allí dirigimos nuestras motos y mientras la pelirroja se enfriaba una y
mil veces Doc intentó encenderla pero sin conseguirlo. El sol estaba en su plenitud y el calor
nos estaba machacando. Pero lo peor de todo era la invasión de moscas que ya no nos
abandonaría hasta casi el final de nuestra estancia en el fatídico kilómetro 174,5. Pero todo el
mundo sabe que cuando las cosas van mal… siempre pueden ir peor… Y peor fue cuando
después de un sufrimiento de casi una hora apareció un simpático camionero al que le dolía
sinceramente robarnos la poca sombra que nos proporcionaba su camión y que estábamos
disfrutando en aquel infierno de calor y moscas.
No podíamos seguir así. La pelirroja no respondía y el tiempo iba en nuestra contra. Entre
todos decidimos que Nacho se acercase hasta Andorra para hablar con su amigo y que
esperase un último milagro. Recuerdo que incluso le habíamos puesto un paño con agua fría o
un hielo sobre la piña del encendido de la pelirroja para intentar revertir lo ocurrido. Pero esa
solución tampoco funcionó. Como tampoco funcionó empujar la moto entre Jordi y yo y Doc
encima para dirigir la maniobra. Operación que me retrotrajo a bastantes experiencias de años
de juventud, cuando en aquella época sí que se podía encender una moto empujándola. Pero
está visto que el dominio de la electrónica tiene un precio.
Mientras Nacho salía con dirección a Andorra, Jordi cruzó caminando la carretera y parecía que
buscaba algo con bastante ahínco. La sombra que necesitábamos para dejar reposar a la
pelirroja durante más tiempo. Trasladamos las tres motos al otro lado de la carretera y,
agotados por el calor, la desesperanza, la impotencia, y el malestar contínuo de los cientos de
moscas, decidimos comer en el restaurante al que habíamos sentenciado hacía un par de
horas antes.
Entramos en el restaurante y agradecimos de todo corazón el aire acondicionado que había. La
sala estaba bastante llena y mientras Doc informaba a Nacho, quien se quedó comiendo con su
amigo en Andorra, nosotros intentamos refrescarnos antes de comer y disfrutamos de la red
wi-fi del local. Momento que aproveché para informar a mi mujer de que la operación Andorra
había sido abortada.
Recuerdo un momento antológico de la comida que creo que no olvidaré en la vida. Los tres
estábamos comiendo absortos y sin decir ni pío. Doc y yo tomábamos desesperados sendos
gazpachos intentando saciar nuestra sed mientras Jordi daba cuenta de una ensalada fresca.
De repente y sin decir nada, al parecer los tres sintonizamos nuestros pensamientos y coincidió
en que los tres estábamos pensando exactamente lo mismo. Que unas horas antes habíamos
jurado y perjurado que allí no comeríamos en la vida y ¡ZAS!Allí nos encontrábamos los tres
comiendo y, por qué no decirlo, disfrutando. Acto seguido comenzamos a reírnos a carcajada
limpia. Todo el local se quedó pendiente de nosotros tres y debieron pensar que estábamos
locos. Llevábamos más de dos horas al sol como tontos y nos reíamos como descosidos sin
haber pronunciado la más mínima palabra. Y duró tanto ese momento, que a mí
personalmente me pareció un momento mágico, por lo que decidí grabar los últimos
momentos de tan generosa y reparadora risa.
Terminada la comida nos encaminamos hacia las motos y Doc probó por última vez el
encendido sin éxito. Hasta se santiguaron Jordi y Doc buscando un pequeño resquicio de fe y
esperanza. A partir de ahí ya no perdimos más tiempo. Mientras Doc negociaba con los
distintos seguros una posible solución yo llamé a Nacho para informarle del fin de nuestras
esperanzas. También informé a mi casa. Ya no nos peleábamos por espantar las molestas
moscas, ya nos daba igual. Mientras esperábamos a la grúa varios grupos de moteros o
moteros solitarios nos saludaban a su paso por allí. Nosotros devolvíamos respetuosos los
saludos. Recordaremos durante mucho tiempo a una Gold Wing de Andorra que pasó en
ambos sentidos y nos saludó primero con una bocina que imitaba el relincho de un caballo y
después con la típica bocina estridente de barcaza de puerto de mar.
Cuando llegó el conductor de la grúa nos convenció para no dar por perdida la moto y destapó
la batería para intentar arrancarla desde su generador portátil. Tampoco funcionó. Nacho
apareció y casi no nos vió porque la grúa le tapaba y le fue de un pelo habernos pasado. Dio la
vuelta unos metros más adelante y se juntó con nosotros.
Y como la grúa no era para llevar motos el hombre tuvo que volver a la Seu d’Urgell a por un
remolque más apropiado. Otra vez a esperar, pero esta vez los cuatro. Por suerte en ningún
momento habíamos perdido el buen humor ni la camaradería y a esas alturas de la historia ya
todo nos daba igual. Qué más nos daba perder media hora más…
Apareció el chico de la grúa con un Audi A-8 y entre todos subimos la moto al remolque.
Subimos a nuestras motos y Doc se fue en el coche. Las tres motos íbamos en una extraña y
lenta procesión tras el remolque y la silenciosa pelirroja. No era agradable verla ahí parada y
muda encima del remolque. Llegamos a la Seu y en un taller le ofrecieron a Doc poner en
marcha la moto para que volviésemos a casa pero sin garantías de que la moto no se parase
otra vez, pues no disponía de piña de repuesto. Lógicamente aquella solución era inadmisible,
así que dejamos a Doc otra vez negociando por teléfono con el servicio de asistencia y
nosotros tres nos fuimos a un bar a refrescarnos un poco y a esperar una solución. Hay que
decir que los tres nos habíamos ofrecido para llevar a Doc de vuelta en nuestras motos. Pero
no fue necesario. La moto de Doc se la llevarían al día siguiente y a él le bajaban en taxi hasta
Barcelona. Con sinceridad, me hubiese ido con él de lo agotado que estaba. Nos despedimos
de él en las puertas del bar y volvimos a nuestras tres motos para iniciar el camino de vuelta,
esta vez mucho más tristes por lo sucedido. Eran más de las seis de la tarde.
Nada más salir de la Seu nos detuvimos en una gasolinera para que yo llenase mi depósito. La
vuelta la comandó Jorge y yo cerraba el trío. Al poco rato de salir se nos unió al grupo una
cuarta moto, era una antigua GS con dos ocupantes. Hicieron el mismo trayecto con nosotros
hasta que, pasado Oliana, cogimos el desvío hacia Solsona y ellos continuaron hacia Pons. Al
adelantarnos nos saludaron. Jordi marcaba un buen ritmo y cuando comenzó un pequeño
puerto que no llegaba a los mil metros de altitud y que no recuerdo el nombre comencé a
notar que no podía seguir el ritmo de mis compañeros, el cansancio de todo el día estaba
haciendo estragos en mí. Al llegar a la cumbre opté por aminorar mi ritmo y en nada los perdí.
Me dejé llevar hasta que llegué a Solsona, allí me esperaban Jordi y Nacho. En el cruce de la
Catedral nos juntamos y les comenté que me podían dejar con toda tranquilidad para que ellos
siguiesen a su ritmo, pero no quisieron escucharme y no me dejaron solo. Detalle que les
honra, la verdad. Pasé a ir en medio de la formación y con un ritmo más lento fuimos
devorando los kilómetros que tan alegremente realizamos por la mañana. La abundante
circulación tampoco permitía ir a un ritmo mucho más rápido. Llegamos a la rotonda previa a
Manresa y esta vez cogimos la variante que evita Manresa por el lado izquierdo pero que no
impedía soportar la abundante circulación reinante a esas horas de la tarde.
Pasado Manresa y poco antes de llegar a las cercanías de las faldas de Montserrat Nacho se
despidió de nosotros y tomó el desvío hacia Terrassa con dirección al Maresme. Recuerdo la
impresionante estampa de Montserrat con un anillo de abundantes nubes que coronaban la
cima y que ascendían hacia ella dándole una imagen entre mágica y misteriosa. Me hubiese
detenido a tomar una imagen pero mis energías ya estaban prácticamente agotadas y Jordi me
estaba haciendo el favor de marcarme el ritmo. Así que desistí de la idea inmediatamente.
Poco antes de llegar a la autovía A-2, cerca de Olessa de Montserrat aproveché que bajamos la
velocidad por culpa de algunos vehículos que nos precedían para informarle a Jordi que nos
separábamos pasado Martorell ya que yo iba camino de Vallirana. Nos despedimos y
deseamos buen retorno en marcha y cuando finalmente cogimos la autovía imprimimos un
ritmo mucho más rápido, ambos teníamos ganas de llegar a nuestras respectivas casas (bueno,
yo la de mis suegros…). Y poco antes de la salida hacia la nacional N-314 adelanté a Jordi por la
derecha y nos despedimos por última vez. Mientras tomaba la curva que ascendía ví como
Jordi desaparecía camino de la gran urbe en su imponente transatlántico.
Llegué a casa a duras penas, aparqué la moto y sin mediar palabra con nadie me dejé caer en
la piscina con todo el equipo puesto, casco, botas y poco a poco fui sumergiéndome hacia el
fondo por el peso mientras una capa de sudor, polvo, grasa y mosquitos muertos se iba
extendiendo a través del agua transparente y ante la atenta y atónita mirada de la familia…
Después de casi 370 kilómetros, que no son muchos pero que en el estado que hice la mitad
no era lo más idóneo, de tantas horas al sol de justicia, de la eterna lucha contra las moscas, de
la incertidumbre de saber si arrancaríamos la moto o no, de la frustración de un viaje abortado
por una pequeña avería electrónica el final anterior hubiese sido el que más me hubiera
gustado. Pero no, no fue así. Era ideal terminar así la historia de ésta crónica, pero a mi suegro
no le hubiera gustado tanto… Ya no le gustó mucho que me casase con su hija y después de
sus hijas lo que más cuida en la vida es su piscina. Hago yo eso y lo más seguro es que me
cortase los cojones sin el menor miramiento… Pero bueno esa es otra historia…
El viaje inicial era ir hasta Andorra, comer con el amigo de Nacho, salir por el Pass de la Cassa,
entrar en Puigcerdà por Bourg-Madame y luego recorrer toda la Colla de Tossa. No pudo ser y
lo cierto es que perdimos mucho tiempo intentando lo imposible. Pero no me gustaría
terminar sin destacar varios puntos. El primero el gran temple que demostró Doc en todo
momento y en lo bien que se tomó la situación. Siempre he pensado que la verdadera
personalidad surge en los momentos malos. Cuando las cosas van bien todos estamos
contentos y alegres, pero cuando las cosas pintan mal no todo el mundo sabe reaccionar bien.
Y es digno de mención lo bien que se lo tomó Doc, con un buen sentido del humor inglés y
muchas veces más pendiente y preocupados por sus compañeros que por él mismo y su
desventurada moto. También quisiera comentar la gran camaradería que demostraron en todo
momento tanto Nacho como Jordi. Nacho no dudó en ningún momento para ir arriba y abajo
con su moto y estar dispuesto para cualquier tipo de sugerencia. Al igual que Jordi, que en
ningún momento se quejó de la situación y aguantó estoicamente junto al resto con buen
talante y mejor humor. Me he quedado muchas veces tirado en carretera y como buen suizo
llevo seguros de todo tipo que prevén todo tipo de situaciones, pero puedo asegurar que no
todo el mundo, no todos los moteros reaccionan igual. Y como no vamos a seguir por estos
derroteros daremos por finalizada la presente crónica, la crónica del fatídico kilómetro 174,5
en la que la pelirroja se negó a seguir, en la que abortamos la subida a Andorra, en la que nos
invadieron las moscas y en las que nos reímos muy mucho y que recordaremos durante mucho
tiempo.

[Steelman]

UFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF quin munt de lletres
Amb alguna foto hauria estat una mica més amé de llegir.


Al final que li va passar la moto que no engegava?