Com haureu vist ahir ens va deixar l'Oriol Regàs, conegut per la Gauche Divine, el Bocaccio, el Up&Down, el Via Véneto i d'altres. Però en Regàs també va ser motorista. Precisament va ser un dels membres de la coneguda com Operación Impala que en 1962 es van creuar Africa de punta a punta per demostrar la solidesa d'una moto que encara no era al mercat i que per aquella gesta es va anomenar Impala... us sona, no????





Val a dir que en Regàs també va participar en proves de velocitat i de resistència. Per acabar només vull posar la referència que fa d'ell en Jose Maria Alguersuari al seu blog...
Des d'aquí un petit homenatge al motorista.EL ÍDOLO
Oriol Regas era un piloto que ni era el más rápido, ni seguramente el que tenía el estilo más depurado. Pero ha sido siempre mi referente, el que mejor encajaba en mi concepción de la moto y por el que he sentido desde joven una gran admiración.
Irse cada fin de semana a Ginebra y estar el lunes en el trabajo con una Impala durante mucho tiempo no es ninguna tontería, y menos con las carreteras de 1964. Aunque el motivo fuese ver a su novia, que vivía allí.
Oriol fabricó, entre otras cosas, carenados de motos -¡se ven todavía en muchas Impala por Barcelona- y se inventó Bocaccio -una boite que marcó un antes y un después en la vida nocturna barcelonesa.
Venir de Honk Kong a Barcelona en un junco (el barquito se llamaba “Rubia”) no es tampoco otra bagatela. Es y era una señora aventura.
Atravesar África desde Ciudad del Cabo hasta Barcelona con un grupo de 5 entusiastas motoristas a lomos de unos prototipos de Impala 175 es una machada difícilmente repetible hoy en día. (Operación Impala). Te pelan, seguro.
Probablemente junto con José Sánchez, uno de los más sufridos pilotos -Guzzi y Bultaco-, es el piloto que más rallys de los “gordos” ha ganado. Tal era la seguridad que transmitía encima de la moto, que ya podía ocurrir el fin del mundo, que él siempre llegaba a tiempo a su control horario.
Recuerdo el final de un Rally de Invierno que acababa en el Montseny -otra montaña emblemática-. Era una edición muy dura y con muchos abandonos, donde hasta Ricardo Pinet, director de la carrera y sobre todo “papá” de todo ese personal, se echaba las manos a la cabeza al ver que a la hora teórica de paso no aparecía por la mesa de control ningún motorista. Estaba claro que las duras condiciones meteorológicas habían causado estragos.
Al cabo de bastantes minutos pudimos escuchar en la lejanía el metálico sonido de una moto de dos tiempos reduciendo y acelerando con pocas contemplaciones:
"peeeeeemmmm, peeemmm, peemm… peeeeeeeeeeemmm, ppeeeeeeeeeeeeeeeeeemmmm"…
Era la Montesa de Oriol. Llegó a la mesa con auténtica flema inglesa y con una moto que parecía salida de un barrizal. Firmó una tarjeta con el mejor tiempo de los escasos pilotos que acabaron.
Cuando ahora paso por allí todavía veo a Pinet trajinando con sus cronos en su mesa plegable y la escuálida figura de un fantástico motorista de Montesa que se acerca para terminar su rally.