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Autor: Storm » dl. març 30, 2009 4:54 pm
La Vanguardia, 12 d'abril del 2004
Corazón perforado
VIAJE SENTIMENTAL A LOS PARAJES QUE SURCARÁ EL EJE VIC-OLOT
JOANETES .- A Roser, que vive en Joanetes desde hace una década, se le nublan los ojos y comienza a flaquearle la voz. Está hablando de Bracons, de la carretera que va a cambiarle la vida, mientras aguarda la llegada del autocar que trae a sus dos hijos desde la escuela de Les Preses. "Tomé esta opción de vida y la amo -cuenta Roser-, aquí vivimos tan bien que incluso nos cuesta marcharnos un fin de semana, y quiero que mis hijos sigan creciendo así: que suban a los árboles, construyan cabañas y disfruten de todo esto". El autocar escolar se va aproximando a Joanetes por la estrecha carretera que conduce al pueblo, donde comienza el Coll de Bracons, un sinuoso y vetusto trazado inaugurado hace tres décadas con todo el boato de la época, el camino más corto entre Vic y Olot.
"En cualquier momento llegarán las máquinas y empezará, o acabará, todo", señala un vecino. En Joanetes piensan que el comienzo de la perforación de la boca oriental del túnel de Bracons es inminente, una vez que el Govern ha dado el plácet a la continuidad de las obras, que avanzan por el extremo occidental de la galería. "Empezará el progreso y acabará la tranquilidad", aclara el interlocutor.
La entrada del túnel se situará en una ladera próxima a la ermita y la masía de Sant Mateu, a poca distancia del pueblo. Allí se alojaron tropas del ejército republicano en retirada al final de la Guerra Civil, cuenta Esteve Marcé, probablemente el mayor conocedor de las sierras de Miany-Santa Magdalena y Puigsacalm-Bellmunt, y del centenar de fuentes que contienen. "Esto es lo que he visto durante toda mi vida y es lo que me gusta, pero también veo que el progreso es imparable. Aunque no me hagan mucho caso, porque fui a una escuela barata", ironiza Marcé. Considera que existen otros dos posibles trazados mejores que el elegido para conetctar Vic y Olot. Sabe de qué habla, porque ha pisado el terreno. Incluso sacó las fotos oficiales de la inauguración de la actual carretera de Bracons, un acto solemne que reunió a "cuatro alcaldes de la provincia de Barcelona y otros cuatro de Girona".
La carretera discurrirá muy cerca de Joanetes y eso levanta las suspicacias incluso de los que venían declarándose defensores del "progreso". "Hay gente -explica una vecina- que decía que a los ecologistas había que matarles, que la carretera traería clientes a los negocios y prosperidad para todo el pueblo, pero ahora que ve que pasa tan cerca de sus casas ha cambiado de parecer".
A pesar de las restricciones introducidas en el proyecto por el nuevo Govern, la carretera está destinada a soportar un tráfico de entre 8.000 y 11.000 vehículos diarios, de los que buena parte serán camiones, pues el futuro eje se convertirá en una buena alternativa al Eix Transversal. Una perspectiva que cuesta de digerir en un pueblo acostumbrado al ruido del autobús escolar y poco más.
"No la veo mal ?la carretera, pero si no la hicieran, mejor", dice Pere Duran, aparcero de Les Comes. "Hay opiniones diversas -prosigue-: unos la encuentran muy bien, pensando que así habrá más movimiento, y otros muy mal, porque lo destrozarán todo". Roser, que se fue a vivir a Joanetes por la tranquilidad, aunque se desplaza diariamente a trabajar a Olot, forma parte del segundo grupo: "Mejor ver árboles que coches", razona. En su opinión, la "barbaridad" de la carretera nada tiene que ver con "tecnología y progreso", de los que se declara partidaria.
"Si quieren hacerlo, sólo pido que se lo miren con todo el cariño, que vengan, pisen el terreno y vean todo lo que se puede perder, que no trabajen desde un mapa", reclama Roser. "Porque si las cosas se hacen con tino no se pueden discutir, pero si las hacen al tuntún como hasta ahora sí".
La vecina, que considera que sin la iniciativa de Salvem les Valls las cosas podían haber ido mucho peor, todavía no se ha resignado a su suerte: "Siempre pienso que tengo que invitar a los políticos a comer a casa para que vean nuestro modo de vida y puedan juzgar si vale la pena quebrarlo". El autocar escolar que transporta a los hijos de Roser se va aproximando a Joanetes. A la entrada del pueblo, el conductor debe arrimarse y parar en el arcén para dejar paso a un coche, en una maniobra que parece tener aprendida para no perturbar la placidez del entorno. Pero los tiempos están cambiando.
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